Despertando esta mañana encontré una publicación que decía: “Se busca”, no es la primera vez, he visto otras que dicen “Regresa a casa, te extrañamos” o “Si alguien lo ha visto”; se ha vuelto “normal” encontrar anuncios así en las redes sociales, le he dado seguimiento a 4 de ellos, a aquellos que entre el texto mencionan “salió ayer a una fiesta”, “se escapó ayer a ver a sus amigos” y me encuentro con la agradable sorpresa de que regresaron a casa al día siguiente; “sólo” se escaparon de casa.
Actualmente, los castigos o consecuencias que se imponen en casa no tienen que ver con no salir y privarlos de fiestas porque en estricta teoría, no existen esos eventos. En la práctica, todos los fines de semana las hay y los chicos están luchando internamente con el tema de ser responsables y el de salir a socializar…
La tarea principal durante el desarrollo del adolescente es la “membresía de grupo”: es parte de la naturaleza humana y es una función sana de la persona: ser parte de un grupo, PERTENECER. Ahí desarrollan habilidades sociales que sólo a través del encuentro se logran. No podemos besar, negarnos al beso o tocar a través de la pantalla y las funciones de contacto que tienen que ver con los sentidos; se han reducido a la vista y al oído. Eso sin duda alguna está limitando la experiencia de conocernos y establecer un vínculo desde las sensaciones con todos los sentidos.
Nuestros hijos tienen que adaptarse, ello lleva un tiempo y resistencia. Gracias a su fuerza agresiva, a esa misma que los lleva a ir a tomar la vida, se van a rebelar y a transgredir la nueva “regla” de la distancia social. Yo los veo, los escucho en la terapia, van desde el enojo hasta la tristeza pasando por la confusión y la envidia porque “los otros”, que son amigos de ellos desde siempre, sí fueron al viaje, sí fueron a la fiesta, sí ven a su novia, sí tienen un nuevo novio que conocieron en la fiesta de hace 15 días. Ante esta injusticia que ellos perciben, hacen lo que el ser humano hace cuando algo no le parece justo, se rebelan y van por lo suyos; se escapan porque no les darán permiso de ir, aprovechan la noche al máximo, no tienen a veces como regresar porque no hay quien pueda ir por ellos, porque en teoría, están dormidos. En otros casos, donde hay mucha rigidez con las reglas, tienen miedo de volver y ser castigados y ahora, tenemos un miedo más, ¿Qué tal si regreso y enfermo a mis papás, a mi abuelo que vive con nosotros, a mi hermano que tiene problemas de salud? Hay una gran confusión en la familia, ante eso, voy a lo rescatable de la situación:
¿Qué podemos hacer?
Lo primero sin duda alguna es pensar en la consecuencia de haber escapado haciendo consciencia de:
El peligro en el que se pone.
El riesgo de contagio en un ambiente concurrido.
El riesgo para los que lo rodean en el caso de contagio.
La implicaciones económicas y emocionales de ello para toda la familia.
El estrés que se vive en este país cuando alguien desaparece.
El adolescente usó sus recursos para llegar al lugar de la fiesta, hagámosle ver ello y escribamos esos recursos que usó en un papel para que los tenga presentes cuando se atore en determinadas situaciones y crea que no sabe o no puede hacer algo.
Venció el miedo de hacer lo que no debía y aunque en este momento el riesgo es de vida para muchos, en general, podríamos usar esta transgresión para hacer otras cosas, para hacerle ver la fuerza, la valentía y sobre todo, que cuando quiere algo, pase lo que pase, puede ir por él porque tiene impulso.
De todas las situaciones que se viven con el adolescente se puede sacar provecho siempre y cuando los adultos que lo contienen puedan manejar sus emociones y canalizarlas significando lo que hay en el fondo de los actos de los chicos.
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